Uso del Tiempo

Foto: UNFPA Uruguay – MediaRed

Las y los jóvenes de frontera están expuestos, quizás, en mayor medida, a diferentes situaciones de exclusión y vulnerabilidad. Algunos trabajan en la economía formal como informal, otros se dedican al estudio y en una porción importante confluyen en las dos actividades, con marcadas diferencias en la distribución por edad y, finalmente, se encuentran también jóvenes que “ni estudian, ni trabajan”, comunmente denominados “ni-ni”. 

 

Siendo que ya estarían en edad de formar parte de la población activa, los ni-ni son jóvenes momentáneamente inactivos caracterizados por la necesidad de desarrollar su capital humano, sea a través de la educación o de la experiencia laboral. Es fundamental contemplar que dentro de la población que no estudia ni trabaja se incluye a las jóvenes dedicadas a las tareas del hogar y al cuidado de sus integrantes.

 

La tabla 7 muestra la composición por sexo y edad de cada uno de los cuatro grupos de condición de actividad construidos (solo estudio / solo trabajo / estudio y trabajo / ni estudio, ni trabajo).

 

Al considerar la proporción de jóvenes (15-29) que solo estudian puede observarse que las ciudades argentinas son las que destacan claramente por sus cifras elevadas (41%); en el otro extremo, las brasileras muestran valores muy bajos que no superan el 7%. Las diferencias entre estos extremos también son muy grandes al considerar al grupo de jóvenes de 15 a 19 años (más del 70% en las argentinas y menos de 20% en las brasileras), donde se espera que los niveles sean significativamente mayores. La mayor inequidad trasfronteriza en la proporción de jóvenes que solo estudian se da entre Rivera (36,7%) y Santana do Livramento (7,1%), y la menor se produce entre Posadas (41,3%) y Encarnación (32,8%).

Si se consideran las diferencias entre las brechas de género respecto a cada ciudad y su gemela, las mayores disparidades respecto a las y los jóvenes que solo estudian se observan en las Ciudad del Este / Foz de Iguazú y Salto / Concordia.

 

La mayor proporción de jóvenes que solamente se dedican a estudiar, como es lógico esperar, pertenece al grupo de menores edades (15-19). En todas las ciudades, salvo las brasileras, la participación para estas edades supera el 50%, siendo las ciudades argentinas de Posadas y Concordia las que concentran mayor proporción.

 

A medida que avanzan en edad, este porcentaje va disminuyendo. La proporción es, en general, mayor entre las mujeres que entre los hombres. La mayor brecha se observa en el grupo 15-19 de Ciudad del Este y Encarnación, donde la proporción de mujeres que solo estudian supera en 18 y 17 puntos porcentuales, respectivamente, a los varones de dichas ciudades.

 

Si se consideran las diferencias entre las brechas de género respecto a cada ciudad y su gemela, las mayores disparidades a un lado y otro de la frontera respecto a las y los jóvenes que solo  estudian se observan en las duplas Ciudad del Este-Foz de Iguazú y Salto-Concordia. Ciudad del Este (8,7) y Salto (8,2) presentan brechas entre hombres y mujeres prácticamente cinco veces mayores que sus vecinas transfronterizas (1,9 y 1,5 puntos porcentuales, respectivamente).

 

 

Al considerar los jóvenes 15-29 años que solo trabajan, las ciudades brasileras son las que más destacan, con valores que rondan el 60%. La mayor diferencia se da en la dupla Rivera-Santana do Livramento, dado que en esta última la proporción de jóvenes que solo trabajan (57,5%) casi duplica a la riverense (34,2%). En cuanto a la brecha de género de las y los jóvenes que solo trabajan, la mayor inequidad transfronteriza se da entre Ciudad del Este y Foz de Iguazú. La diferencia (23 puntos porcentuales) entre los porcentajes de hombres (55,3%) y mujeres (32,3%) que solo trabajan en Ciudad del Este, más que duplica la diferencia observada en su ciudad gemela (64,4% hombres y 55,4% mujeres).

 

 

Las y los jóvenes que estudian y trabajan tienen mayor representación en Foz de Iguazú (23,7%), seguida de Santana do Livramento (23,2%). Las ciudades uruguayas y argentinas son las que  tienen menor proporción de jóvenes que estudian y trabajan (menos del 10%). La mayor brecha transfronteriza se da entre Santana do Livramento (23,2%) y Rivera (4,9%). Las brechas de género no son muy grandes y oscilan entre una mayor proporción de varones o de mujeres. La mayor diferencia (5,5 puntos porcentuales) se observa en Livramento (20,7% hombres / 26,1% mujeres). No se observan diferencias relevantes entre las ciudades gemelas.

En todas las ciudades estudiadas, sin excepciones, las mujeres están sobrerrepresentadas dentro de quienes no estudian ni trabajan, muy probablemente debido al uso del tiempo en tareas domésticas y de cuidado.

 

Las ciudades con mayor proporción de jóvenes de 15-29 años que “no estudian, ni trabajan” son las uruguayas (Salto 22,6% y Rivera 24,3%). La mayor brecha transfronteriza se da en la frontera Uruguay-Brasil, donde la proporción de jóvenes “ni-ni” riverenses (24,3%) duplica la proporción observada en Santana do Livramento (12,1%). La situación más pareja a un lado y otro de la frontera se produce entre Salto (22,6%) y Concordia (21,2%). En todas las ciudades estudiadas, sin excepciones, las mujeres están sobrerrepresentadas dentro de quienes no estudian ni trabajan, muy probablemente debido al uso del tiempo en tareas domésticas y de cuidado. Las diferencias entre hombres y mujeres son máximas en las ciudades uruguayas (en Salto llega a 17,3 puntos porcentuales y en Rivera llega a 14,9) y en la ciudad paraguaya de Ciudad del Este (17,3). En esta última, la proporción de mujeres en el grupo que no estudia ni trabaja alcanza el máximo valor (43,6%) en el grupo de mayor edad (25-29).

 

Es importante recordar que las y los jóvenes que no estudian ni trabajan se encuentran en una situación de la cual es muy difícil salir. Por un lado, no suele ser habitual que ocurra una revinculación educativa, por el otro, quedan en una situación especialmente vulnerable a la marginación en el mercado laboral. La falta de experiencia profesional, nivel de formación y de habilidades son condiciones excluyentes a la hora de buscar trabajo y, de conseguirlo, es probable que sea dentro de la economía informal de la frontera y con el consecuente impacto dentro del sistema solidario de seguridad social.