Estudios del ISM presentan elementos para pensar las inequidades de género en los países del MERCOSUR
A partir de la década del 2000, el MERCOSUR comenzó a reconocer formalmente (Resolución GMC 84/00) la necesidad de incorporar la perspectiva de género en las actividades, políticas y foros del bloque. Desde entonces, y con la consolidación de la Reunión Especializada sobre la Mujer, que en 2011 se convierte en Reunión de Ministras y Altas Autoridades de la Mujer (RMAAM), se han acordado e implementado políticas y proyectos regionales específicos, con el objetivo de incentivar el análisis de estos impactos en las mujeres.
El propósito de la normativa fue garantizar la igualdad y equidad entre los géneros, con especial atención al tratamiento de temas como el trabajo, la seguridad social, la salud, la pequeña y mediana empresa y los proyectos de cooperación. Han surgido diversas políticas para la participación de la mujer en el comercio internacional (Decisión CMC 4/21), trata internacional (Decisión CMC 26/14), política de igualdad de género (Decisión CMC 14/12), género y educación inclusiva y no sexista (Recomendación CMC 7/15), y muchas otras.
Siguiendo esta orientación de considerar el impacto de las políticas sobre las mujeres, el Instituto Social del MERCOSUR busca reconocer la perspectiva de género en los estudios y diagnósticos, identificando brechas entre hombres y mujeres en los diversos ámbitos sociales que analiza, en particular el desarrollo social, la salud, el trabajo, la educación.
En materia de desarrollo social, tres evidencias se destacan y merecen atención: la presencia de la informalidad en el ámbito laboral y las tareas de cuidados, la violencia de género recrudecida durante la pandemia y el papel clave que juegan las mujeres como principales beneficiarias de los programas sociales en los Estados Parte del MERCOSUR .
En salud, educación y trabajo, temas como la doble e intensa jornada laboral, el mercado laboral informal y “flexible”, pocas políticas específicas con enfoque de género en el área de salud fronteriza, e indicadores preocupantes para la población joven de la frontera que no encuentra oportunidades de estudiar o trabajar.
Una parte importante de niñas, jóvenes y mujeres adultas se desempeñan en tareas de cuidado (del hogar o de personas) y acompañamiento de familiares o en sus comunidades, de manera informal o sin salario, muchas veces sin la debida protección social. Esta necesidad, a veces impuesta por conjeturas familiares o locales, acelera los embarazos y uniones precoces y la desconexión de la vida escolar y la trayectoria profesional, por lo que el tema es de suma relevancia. Esta realidad se evidenció en los estudios del proyecto “Juventudes y Fronteras en el MERCOSUR”, en que se observa el escenario de las juventudes en las ciudades fronterizas del MERCOSUR.
Otras informaciones y análisis en https://www.ismercosur.org/es/juventudes/
Otro estudio del proyecto sobre los impactos del Covid-19 en la salud de las juventudes fronterizas, aún inédito y cuyos datos aún se están revisando por el ISM y UNFPA, revela un escenario de mayores índices de violencia doméstica durante la pandemia. Largos periodos de restricciones, tensiones y convivencia con otros miembros de la familia pueden haber dificultado la vida en el hogar (realidad que también se presenta en el estudio “Impacto de Covid-19 en las fronteras del MERCOSUR y prospección de escenarios en materia de medios de vida para las juventudes“).
Para el estudio inédito se entrevistaron 946 jóvenes de ocho localidades fronterizas. En Santana do Livramento (Brasil), el 19% de los jóvenes entrevistados reveló que hubo casos de violencia doméstica contra uno/a de los/as integrantes, en muchos casos violencia de género, durante la pandemia. Del otro lado de la frontera, en Rivera (Uruguay), la tasa fue del 6%.
En la frontera de Foz do Iguaçu (Brasil) y Ciudad del Este (Paraguay), el indicador fue del 15%, y en la frontera de Encarnación (Paraguay) y Posadas (Argentina) fue del 10%. En tanto, los datos de la frontera Concordia (Argentina) y Salto (Uruguay) fueron respectivamente 13% y 8%.
En cuanto a la violencia sexual, el 32% de los/as jóvenes de Livramento declararon haber sufrido ya violencia sexual en algún momento de sus vidas (84% mujeres cis), tasa que se sitúa en el 18% en Rivera (74% mujeres cis), con un 4% durante el pandemia en Rivera (todas mujeres).
En Foz do Iguaçu, el 22% informó haber sufrido violencia sexual en algún momento de su vida, el 10% durante la pandemia (72% mujeres cis). En Ciudad del Este fue del 9% (73% mujeres cis). En Concordia, el 22% de los y las jóvenes reportaron haber sufrido violencia sexual (92% mujeres cis), y en Salto el 16% (83% mujeres cis) – en ambas ciudades, el 12% durante la pandemia. En Posadas y Encarnación fue del 14% (Posadas: 90% mujeres cis, 10% mujeres trans; Encarnación: 62% mujeres cis). Fue del 5% durante la pandemia en la ciudad argentina y del 4% en la ciudad paraguaya.
Los datos finales sobre esta dura realidad para las mujeres fronterizas se presentarán a finales de este semestre.
Las mujeres son la mayoría de las beneficiarias registradas en los programas sociales de los Estados Partes del MERCOSUR, muchas veces como principales responsables, a veces únicas, de los trámites, además de asuntos cotidianos en los hogares y con los miembros de la familia. Muchas políticas sociales están enfocadas en las mujeres como foco de acción y registro. Esta información es relevante para el perfeccionamiento de las políticas públicas nacionales y regionales. Este seguimiento de políticas y programas de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay se realiza en diversos estudios del ISM, como en la serie “Ciudadanía en la Frontera”, disponible aquí.
El área de la Salud, especialmente en torno a los cuidados, está mayoritariamente ocupada por mujeres. Cuando son contratadas, estas profesionales, como en otros campos, tienen salarios más bajos que los hombres en el mismo puesto. Estas mujeres han observado rutinas estresantes y alta carga de trabajo en los últimos dos años debido a la pandemia, incluso debido a las dobles jornadas.
El estudio “Cooperación transfronteriza en salud”, organizado con el Programa de la Unión Europea para la Cohesión Social en América Latina, concluye que uno de los cuellos de botella para una mejor cooperación transfronteriza en salud es la falta de atención al enfoque de género en la cooperación en salud. Según el diagnóstico, si bien existen iniciativas nacionales y locales enfocadas en mejorar el acceso de las mujeres a la atención de la salud, todavía son pocas.
Se podría avanzar, por ejemplo, desde la búsqueda por promover la ampliación de la representación de las mujeres en las organizaciones transfronterizas, hasta promover políticas y acciones dirigidas a temas concretos como el derecho a la asistencia en el parto, embarazo, protección y acogida de víctimas de violencia doméstica y trata de personas.
Asimismo, se menciona la importancia de garantizar y promover el acceso a la salud de las mujeres pertenecientes a minorías étnico-lingüísticas y grupos socialmente más vulnerables, especialmente en el área fronteriza.
En materia laboral, los estudios sobre el futuro del trabajo en el MERCOSUR, y del proyecto “Juventudes y Fronteras en el MERCOSUR” también llaman la atención sobre los impactos en las mujeres de los cambios estructurales por los que atraviesan nuestras sociedades y en relación con la brecha de género entre hombres y mujeres en el trabajo observada en las ciudades fronterizas.
Un mercado laboral altamente informal, con la propuesta de horarios de trabajo “flexibles” pero con una alta carga horaria en que se debe estar disponible, muchas veces trabajando de noche o en lugares peligrosos (como los trabajos vinculados a los servicios de transporte de personas y mercancías), trae consigo elementos que requieren reflexión por su fuerte impacto en las mujeres. Estos impactos se identifican en el diagnóstico producido en 2018 por el ISM.
Acerca de la educación, es interesante notar que la proporción de jóvenes que solo estudia (15 a 19 años) es mayor, en todas las ciudades analizadas en el proyecto Juventudes y Fronteras, entre las mujeres (las mayores brechas entre hombres y mujeres se dan en Ciudad del Este, 18% más mujeres que hombres, y en Encarnación, 17%).
Considerando las edades entre 15 y 29 años, se destacan las brechas de género en Ciudad del Este y Foz do Iguaçu (8,7% a 1,9%) y Salto y Concordia (8,2% y 1,5%).
En relación a los y las jóvenes que sólo trabajan, hay una inversión. Ciudad del Este también tiene la mayor diferencia, 23% más hombres que mujeres. Un total del 55,3% de los jóvenes varones sólo trabaja, mientras que el 32,3% de mujeres. El promedio es el doble del observado en Foz do Iguaçu, con 64,4% de hombres que sólo trabajan y 55,4% de mujeres.
En todas las ciudades estudiadas, las mujeres presentan indicadores más altos para la categoría de “Ni estudia y ni trabaja” (o sin oportunidad de estudiar y de trabajar), muy probablemente por el uso del tiempo en las tareas del hogar y de cuidado. Las mayores diferencias se encuentran en las ciudades uruguayas (17,3 puntos porcentuales en Salto y 14,9 en Rivera) y en Ciudad del Este (17,3). En esta última ciudad, la proporción de mujeres alcanza el valor máximo (43,6%) en el grupo de mayor edad (25-29). Es importante recordar que los y las jóvenes que no estudian ni trabajan se encuentran en una situación difícil, por la dificultad de reinserción educativa y vulnerabilidad laboral, con baja experiencia profesional y nivel de formación.
En el proyecto “Juventudes y Fronteras en el MERCOSUR”, se destacan los datos relativos a las uniones tempranas (matrimonio o unión estable) de mujeres entre 15 y 19 años. La mayor incidencia se observa en Encarnación (16,5%), luego Salto (10,2%), Ciudad del Este (8,9%), Rivera (7,6%), Concordia (6,8%), Santana do Livramento (5,1%), Posadas (3,7 %) y Foz do Iguaçu (3%).
La unión temprana puede hacer que algunos planes y esfuerzos en el campo de la profesionalización o la educación queden en un segundo plano, especialmente cuando esta formación familiar va acompañada de un embarazo.