La pandemia de Covid-19 generó un sinnúmero de efectos en la economía y en las sociedades del mundo entero. En América Latina, y en MERCOSUR específicamente, la contracción económica resultante de las medidas sanitarias se sumó a otras condiciones preexistentes no muy favorables, como el bajo crecimiento económico, en algunos países serios problemas inflacionarios, incremento de pobreza, acceso limitado a bienes y servicios, y bajo nivel de formalización de la economía, entre otros.
Uno de los principales impactos de la pandemia en el mercado de trabajo en países de América Latina y el Caribe es la pérdida de puestos de trabajo que afectó en mayor medida a los jóvenes. Esto se puede apreciar durante el segundo trimestre de 2019 y en 2020.
La tasa de ocupación media presentó una disminución de 7,8 puntos porcentuales (pp), una reducción superior a la de 7,3 puntos porcentuales observada entre el resto de los trabajadores.
Asimismo, se ha registrado un importante aumento de 3,4 pp de la tasa de desocupación del grupo de 15 a 24 años en el segundo trimestre de 2020 respecto del mismo período en 2019, casi el doble del incremento registrado por el resto de los trabajadores de 1,8 pp.
De igual manera, dicho aumento es inferior al esperado debido a que la tasa de ocupación presentó una disminución de 7,8 pp y, al mismo tiempo, la tasa de participación se redujo 8,7 pp. Lo cual se explica por las medidas de confinamiento en los hogares adoptadas por los gobiernos y el paro de ciertos sectores de la economía debido a la pandemia, pues aumentaba la dificultad de encontrar un empleo para aquellas personas que lo habían perdido.
En promedio, la informalidad laboral entre los y las jóvenes de la región asciende al 67,5% (OIT, 2019). Con respecto a la tasa de informalidad laboral, se puede apreciar que, debido a la pandemia, era de esperarse que una disminución de los empleos formales conduzca a un aumento del empleo informal.